15 enero 2007

Hogar Chapopó

Hace frío en la calle. Entro al portal. Hay luz. Miro al espejo que envuelve toda la entrada: pena, cansancio acumulado y el que falta por venir. El buzón solo tiene publicidad. Escaleras. Cada escalón es un peso más que se acumula. Primer piso: silencio, vacío. Escaleras, escalones, más peso, hambre. Segundo piso: ruido, caos. Se apaga la luz. Escaleras, escalones, más pes... Luz.

Luz de plata. Hay luz en la ventana de la cocina que da al descansillo. Viene del apartamento de los Erasmus. Un español y dos franceses. Solo recuerdo el apellido de uno: Chapopo... Tan distinto... Se oyen sonidos culinarios. El ajetreo en la cocina me hace imaginar a jóvenes preparando la cena, con alegría e ilusión. Siento como la armadura que llevo cae al suelo, rendida. Me está apeteciendo meterme en la cocina y preparar algo rico para cenar. Me alegro. Abro la puerta mi casa y siento que he llegado al hogar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sentir cerca el calor de la vida y la alegría, aunque sea de los otros, y dejarse contagiar un poquito al menos, eso trasluce su texto, Rana_Verde, texto suave y lleno de matices. Enhorabuena. Esa ventana encendida en el portal no se sabe si será la de los vecinos Erasmus o la de su mirada profunda y personal.