17 noviembre 2010

Juntos

Tengo el dolor ajeno cosido en el corazón y en mi alma tañe el eco de vuestro llanto.

Alimentáis mi pecho con vuestro último aliento y cada una de vuestras vidas resonará en mis oídos más allá del tiempo.

Sois lasca de mi llama interior y mi furtiva huella os hará inmortal rocío que reviva primaveras de perdón.

02 octubre 2010

La sonrisa capturada

Paseaba por la acera de una callejuela serpentina del centro de la capital, cuando me crucé con una pareja joven.

Ella, airada, iba contando algo. Apenas vi su rostro. Sus abrazos gesticulaban y su cabeza empujaba en un vaivén forzado, haciendo que el resto del cuerpo lo siguiera. Parecía propulsada por los tirones que da un pez que ha picado el anzuelo y tira de la caña de pescar.

Él, más alto, la seguía. Todo él la seguía. La seguía con su cuerpo ladeado, como un girasol que se nutre de la luz. La seguía con sus brazos, que parecían envolverla y protegerla, aún sin necesidad de tocarla. La seguía con su tranquilidad, que emanaba de su mutua compañía. La seguía con sus ojos, que cantaban a coro con su brillante sonrisa. Tan solo ella existía en el mundo. Ella era toda su atención.

Todo duró un instante. Solo duró un pedacito de eternidad. Pero durante este momento, todo el amor del mundo estaba capturado en esa sonrisa, en esa mirada.

25 septiembre 2010

Tengo...

Tengo la piel grapada al asfalto, y todo sobre él me tensa y me hiere.

Tengo desde hace años un puño de ácido que quemó mi pecho y anida infeccioso en mi corazón.

Tengo la culpa como mal endémico en mi estómago, que apenas es ya poco más que un fantasma.

Tengo el sueño corrompido por el miedo, que hace de mi yerma carne un recuerdo y de mis huesos una marioneta que mueve con hilos de insidia.

Tengo la lanza del castigo atravesando mi columna, haciéndome trofeo de impoluta inquisidora.

Tengo la costalada de la ira, pues su embestida nunca aprendí a esquivar.

Tengo la maldición del sentir, que ningún hombre debería tener. Apenas vislumbro la belleza del paraiso, pues paso la mayor parte mi tiempo consumido por las llamas de las emociones, en un infierno del que nadie me salvará y del que nadie tiene entendimiento.

Y tengo un fantasma que me acecha al anochecer y al amanecer. Susurra recuerdos de gótica negrura. Inspira mi aliento, vacía mi alma y me embalsama con el sudor del desaliento y la angustia. Y cada noche y cada amanecer, mi esperanza y alegría quedan más exprimidas y agotadas.

08 agosto 2010

El verano es...

Una vuelta por la ciudad en el coche de un amigo, con la ventanilla bajada y sintiendo el cálido abrazo de la noche.

Un juego del reloj, en el que algunas horas se alargan y derriten, como asfalto ardiente, y otras se acortan y duran lo mismo que un trago de cerveza.

La siesta que siembra en la nada.

Un zumo de naranja y limón que tiñe casas y calles.

La pereza convertida en vampiro.

El instante que mantiene en el aire al niño que salta a la piscina.

El estallido de agua roja que la sandía te regala.

La hipnótica chichara que atrapa y adormece tu mente.

Un suspiro de muerte que seca los pulmones.

La vida que arrancó de las tierras la fría lanza invernal.

El sentir de la mano sobre un mar de espigas doradas.

07 julio 2010

Confío

Confío en la capacidad de arreglar, más que en la de no dañar, pues esta me es ajena.

Confío en cómo alguien acepta las críticas y expresa las ajenas, más que sus floridos elogios.

Confío en cómo perdonan las personas, más que en otras lustrosas virtudes.

Confío en la humilde grandeza del que escucha, más que en el que ilustra vivamente.

Confío en el ojo que ve, más que el que mira.

Confío en quien quiere, más que en quien puede.

Y Confío en el amor, para aceptar al odio.

09 junio 2010

La casa del pasado y del futuro

Hubo un tiempo en que los azulejos de mi pasado alicataron paredes.

Hubo una época en que los marcos de mi futuro hicieron ventanas y puertas.

Recuerdo momentos en los que deambulaba por circulares pasillos.

Ya no.

Ahora paseo por verde cesped o sucio barro, pues todo es suelo por igual y ambos me sostienen.

Ya no miro a través de la ventana o escojo qué puerta abrir. Ahora, cuanto más siento mi interior, más fuera estoy de la casa del pasado y del futuro.

Las velas con trémula llama de duda, que proyectaban más sombras que luz, las cambié por un sol de día y una luna de noche que, naturalmente, muestran mi sombra, ahora querida y aceptada compañera de vida.

14 mayo 2010

La luz de la primavera

La luz de la primavera es el agua que bebe el alma.

Manantial de blanca montaña que cae cortando con filo de diamante la sombra que trajo el invierno.

Es purificador velo de novia que de gloria corona la cabeza que cubre.

Es mano de madre que acaricia y tibia la espalda del niño.

Pule con espíritu argénteo el polvo de herrumbre que se posa, dejando que despierte el alma divina creída extinta.

Es la luz que toca el interior del hombre y le despierta a su entorno.

Es el frescor que recorre el cuerpo limpiándolo de la costra invernal.

Por ser hija del clarooscuro, del contraste, lleva en su sangre la fuerza de la tormenta y la calidez de sol.

Es el justo peso que equilibra la pena con la alegría.

Es la inspiración frente a un balcón, cuyas blancas puertas se abren a la sinuosa y dorada costa del cuerpo y al vibrante cielo, hecho cristal, mientras venas de brisa nos dan la vida.

12 abril 2010

Mi corazón...

Es un ramo de flores que aguardan a los pies de una lápida.

Es un abrazo infinito que por unirlo a todos, es rechazado por tantos.

Llora sal en constante recuerdo de la promesa de cuento.

Es secado por el viento que lo atraviesa.

Está enjaulado por una prodigiosa pirueta de amor que comenzó y nunca terminó.

Es barca que surca estigias aguas.

Ya es no templo, sino burdel.

Es raíz con tronco largo tiempo cortado, que aunque se afana por agua encontrar, solo halla tierra yerma.

Es como espíritu que vaga sin saberse muerto.

Su frágil belleza de cristal cayó y en el suelo se convirtió en un puzle incompleto.

Y el último instante de luz de la vela que celebra tu nacimiento, es el crepúsculo que lo ilumina.

07 marzo 2010

Me alejé de la luz

Me alejé de la luz. Me fui de aquél que tanta luz tenía a su alrededor. Su halo brillante cubría todo mi cuerpo, mi ser, el de todos cuantos le rodeaban. Mis ojos aún estaban imantados de pasión y abstracción. Qué dulzura, qué brisa tan purificadora corría en su presencia. Qué luz tan perfecta.

Me alejé de su luz. Me separé de su mística presencia. Dejé de oír su voz de miel, canto de ruiseñor extinto. Perdí los ojos de mirada cartográfica. Me perdí.

Limpié mis oídos con silencio y lavé mis ojos en tinaja de fría noche. Sordo y ciego, me busqué. Acercándome a las sombras, me abrigué de oscuridad.

Me alejé de la luz... para buscar la mía. Invisible bajo el resplandor ajeno, diluida en el brillo del maestro, cómo buscarla en presencia del astro rey. No estaba solo, ni apenado, ni alejado, ni abandonado. Ya refulgente espada con lengua de fuego, ya tenue fósforo... No hay más preciado tesoro, no más reconfortante abrazo, que la mano que sostiene el candil encontrado entre las sobras del corazón.

14 febrero 2010

El adoquín

Cayó la iglesia, haciéndose añicos.

Se derrumbó el hospital, con sus médicos e instrumental.

Desapareció el gobierno, dejando al pueblo para siempre.

No se volvió a ver policía alguno, pareciendo no haber existido nunca.

Caín y Abel se secaron. El padre olvidó al hijo y este a su semilla.

Las sombras se hicieron una, grande y merodeadora, que cazaba compungidas almas.

Tanto cayó, tanto desapareció, que de las calles solo quedó un adoquín en el que sostenerse. Siendo este y no otro en el que encontrar apoyo, qué necesidad tenía, qué deseo no colmado.

Rodeado de un entorno futurible, un adoquín era lo único realmente necesario para mantener lo único tangible: el ahora.

Siniestra sombra acechante que lame frente y nuca. Regocíjate en el escalofrío que quiebra la espalda; pero conoce que dentro del hombre, solo pude haber luz.

28 enero 2010

La luz de enero

Formar parte de la vida, es como ser una luz.

Una luz fuerte e intensa unas veces, más débil y discreta otras.

Hay luces que eclipsan a las que están a su alrededor. Otras apenas alcanzan a iluminar el camino que tienen frente a ellas.

Las que hay son cálidas como una suave manta y luego las que son frías como duro mármol.

Las hay lejanas e inalcanzables, como un puño esculpido cerrado.

Las hay cercanas y cotidianas, como la alegría de un niño.

Están las que guían y, también, las que ciegan.

Algunas siempre van acompañadas, otras apenas conocen otra luz.

Las hay que se esfuerzan para brillar con mayor intensidad, mientras que otras prefieren limpiar con atención y cariño el cristal que las cubre, para que su luz sea más limpia.

Una luz que solo brille, no dejará de proyectar alguna sombra.

Con cada decisión que tomamos, estamos decidiendo qué luz estamos proyectando. Y hay un momento en la vida, en el que hay que ser consciente de la luz que somos.

Remoto y perdido, no hay más luz que la tuya. Sé el alba del año que entra, sé la luz de enero.