14 mayo 2010

La luz de la primavera

La luz de la primavera es el agua que bebe el alma.

Manantial de blanca montaña que cae cortando con filo de diamante la sombra que trajo el invierno.

Es purificador velo de novia que de gloria corona la cabeza que cubre.

Es mano de madre que acaricia y tibia la espalda del niño.

Pule con espíritu argénteo el polvo de herrumbre que se posa, dejando que despierte el alma divina creída extinta.

Es la luz que toca el interior del hombre y le despierta a su entorno.

Es el frescor que recorre el cuerpo limpiándolo de la costra invernal.

Por ser hija del clarooscuro, del contraste, lleva en su sangre la fuerza de la tormenta y la calidez de sol.

Es el justo peso que equilibra la pena con la alegría.

Es la inspiración frente a un balcón, cuyas blancas puertas se abren a la sinuosa y dorada costa del cuerpo y al vibrante cielo, hecho cristal, mientras venas de brisa nos dan la vida.

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