20 abril 2008

Rey, sí. Pero pastor.

Dawidh no era guerrero, era pastor.

Dawidh no batallaba contra los hombres, sino contra las bestias que mataban a sus ovejas.

No tenía infinita espada, sino breve honda.

No buscaba reinos que conquistar, tenía la tierra a sus pies.

No necesitaba una corona sobre su cabeza porque ya tenía un cielo.

No se cubría de dorado metal, sino de blanco corazón.

Buscando a sus hermanos conoció a Goliat y el temor que despertaba en los demás.

Dawidh se enfrentó no al guerrero Goliat, sino al gigante que amedrentaba el espíritu de su pueblo, a la tormenta que encongía los corazones y al abandono de la esperanza de los hombres. Y desplegó, ante el enemigo de todos, el que nos atenaza por dentro, su arma. No grandiosa y tronadora, pero sí rápida y mortal.

Goliat cayó y el pastor que había en Dawidh también. El guerrero despertado nunca se extinguiría: le entronaría. Rey, sí. Pero pastor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estaba esperando con ansia tus nuevas entradas en el blog. El Rey Pastor, ¿sabes que es una ópera de Mozart? Conmovedoras las dos últimas entradas, amigo. Suerte al Rey Pastor en sus batallas contra las bestias interiores. Yo no tengo una honda tan perfecta como el rey, pero puedes contar con mi tirachinas, ¿eh? Un beso.

Anónimo dijo...

Gracias por compartir con nosotros estos momentos poeticos de tu vida! Me encantan tus photos :-))
Hasta luego!
Bises
Laurent