05 enero 2011

Tú, sencillamente

No eres noble por triunfal victoria, sino por empedrar el camino de tu vida.

Cuando la miseria posa sus cenicientos dedos sobre tus sedosas ropas y te desnuda, es cuando te cubre el aura de tu humanidad.

Tu pensamiento y verbo es maná que pocos hallarán.

Tu espíritu susurra que no hay virtud más digna que la voluntad del pie que sube constante cada nuevo escalón. Y este don te aleja de la altivez, que corrompe y atonta.

La rodilla que hincas para honrar la humildad, es la que te concede el abrazo que te une al hombre, y las alas que te alejan de la pestilente vanidad.

A cada paso que das, creas un nuevo ahora y desaparece un antiguo antes. Y esa fugacidad, esa alternancia universal, es la danza que moldea la realidad que te rodea.

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